Editoriales independientes - Azul francia

Editoriales independientes - Azul francia


¿Cómo o por qué nació la editorial?

Azul Francia nació hace un poco más de seis años en un momento que se me hace un poco difuso. No recuerdo con precisión cómo fue pero sí sé que fue una necesidad de hacer algo con libros, que siempre tanto me gustaron. Supongo que porque escribo, estaba en contacto con editoriales que me hicieron sentir cerca de lo que es la edición. Un día soñé con tener mi propio sello, me asesoré, me ayudó mucho quien fue —y es— mi editora, Mariana Kruk, y me mandé con todo.


¿Por qué se llama así?

Azul es mi color favorito desde chica, además de que me gusta cómo suena la palabra. Blue, o blues, tan bello también en inglés, tiene cierta melancolía, musicalidad. Y enseguida asociada apareció la palabra Francia, que tiene que ver con mi nombre y además ese país se suele relacionar con el romanticismo, ese lugar al que todos sueñan con ir.

¿Tenían una idea predefinida del catálogo que querían tener o se fue haciendo a medida que publicaban?

No seguimos un criterio de géneros, publicamos toda clase de géneros. Lo que sí buscamos es que sean textos que exijan al lector y que de algún modo modifiquen su horizonte de expectativas. También nos gusta que los textos cuenten buenas historias. Nos interesa una literatura que recupere el gusto por la aventura, la peripecia.


¿Cómo seleccionan material?

Recibimos cantidad enorme de material y no siempre llegamos a leer todo lo que nos mandan porque es imposible. Vemos un poco las primeras páginas y si nos interesa, lo agendamos para una lectura completa cuando ya es momento de selección.


¿Cuál es su mecánica de trabajo una vez seleccionado el autor/a que van a publicar?

Nos metemos de lleno en la corrección y las sugerencias para que el texto sea lo mejor posible. Es un trabajo lindo y arduo, un diálogo con el autor que siempre es enriquecedor y en el que me parece que todos aprendemos.


¿Cuán integrado queda el autor/a en el proceso de trabajo?

Hay autores y autores. Cada uno es un mundo y eso está buenísimo. A veces están más pendientes de los detalles una vez que el texto está en nuestras manos, y otras veces son más desprendidos. Tratamos de ser respetuosos porque al fin y al cabo el texto es de ellos, pero tratamos de que entiendan que las correcciones o sugerencias son para que el texto mejore y se potencie.


¿Cómo deciden el diseño de tapa?

En general lo pensamos entre diseñador, autor y editorial. No siempre el proceso es el mismo, cada libro tiene su camino pero la palabra final la tiene el que sabe, que es Pablo Scavino, nuestro genial diseñador. 


¿Cómo ves a la editorial dentro de un año?

Siempre es una incógnita, sobre todo en tiempos de crisis, pero supongo y espero que igual o mejor que ahora, es decir creciendo y editando con amor y dedicación.


¿Qué te parece que hace la editorial para mejorar la industria?

Creo que cada editorial aporta lo suyo. Es increíble cómo cada sello tiene sus propias maneras y yo siento que Azul Francia está angelada, que tiene una magia que ni siquiera la generamos nosotros sino que viene de afuera, del mundo de los lectores, del de los autores del catálogo, del de los que quieren formar parte y de todos aquellos que nos ayudan con la prensa, que difunden con cariño y todo ese círculo de editoriales compañeras que crecen al lado. No sabría decir con exactitud qué aportamos a la industria pero sí puedo asegurar que damos a conocer voces nuevas con mucho orgullo, que intentamos contribuir a la bibliodiversidad porque creemos que hace mucho ya que la buena literatura pasa por las pequeñas editoriales.

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