¿Cómo o por qué nació la editorial?
Esa luna tiene agua nació de manera suave y natural; como suele pasarme, la idea apareció de repente pero la gestación misma de la idea fue el resultado de años de un madurar inconsciente. Trabajo en el campo de la edición y la escritura desde hace aproximadamente veinte años, y durante diez de esos veinte dirigí Qu, una revista impresa de literatura y arte que distribuíamos de manera gratuita. Para mí, una década ganada en todo sentido. Así que al momento de fundar la editorial ya tenía encima una linda experiencia en edición.
En concreto, el nacimiento de la editorial fue así: estábamos en cuarentena y yo cursaba mi primera materia de la carrera de Edición en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. El primer trabajo práctico de esa materia pedía un escrito en el que había que plantear las características principales de un proyecto editorial propio. Lo primero que escribí fue que ese proyecto se llamaría Esa luna tiene agua y tendría, en principio, tres colecciones: una de novela (Luna llena), una de cuentos (Cuarto creciente) y una de poesía (Cuarto menguante). Exactamente como terminé llevando a cabo en la realidad.
Por otra parte, unos meses después de la entrega de ese trabajo práctico, mi amiga y socia en locuras Mirtha Caré me hizo leer una serie de poemas articulados a la que estaba terminando de darle forma. Recuerdo el efecto que me produjo la lectura de todos esos poemas de corrido; fue una de esas sensaciones que sólo el halo luminoso de la buena poesía puede desprender. Cuando terminé, me saqué los anteojos, miré a Mirtha y le dije “Esto es un libro, y yo voy a ser que sea un libro”. No sé si con esas palabras exactas pero seguro que con unas muy parecidas. Unos seis meses más tarde lanzábamos Ataca Kamchatka, libro inaugural de Esa luna tiene agua.
¿Por qué se llama así?
El nombre tiene dos fuentes. Por un lado, es un homenaje a las lunas que disfruto cada verano en un camping a orillas del lago Traful, en Neuquén. Hace años que con mi familia pasamos al menos una semana de enero en ese lugar maravilloso, y las lunas que asoman por encima del cerro frente al lago son simplemente hipnóticas.
La otra razón es lingüística y figura en el texto con el que suelo presentar la editorial: en el interior, “esa luna tiene agua” es un dicho paisano que significa que va a llover; la aureola blanca alrededor de la luna es signo inequívoco.
¿Tenían una idea predefinida del catálogo que querían tener o se fue haciendo a medida que publicaban?
Siempre supe a grandes rasgos qué tipo de literatura quería publicar: textos de corte realista, con profundidad psicológica y algún pulso poético. Textos de estilo más que de género. Dentro de este lineamiento base, el catálogo se fue armando a medida que iban apareciendo manuscritos que respondieran a eso.
En algunas ocasiones selecciono material que llega por e-mail. En otras, busco y convoco a autores que me gustan y que quisiera publicar.
¿Cuál es su mecánica de trabajo una vez seleccionado el autor/a que van a publicar?
Nos juntamos, nos conocemos, charlamos, les explico nuestra modalidad de trabajo y firmamos contrato. Luego me meto de lleno en la corrección del manuscrito. Trabajamos con el autor/a en un archivo compartido sobre el que voy marcando cambios, sugerencias, preguntas. Esto implica que el autor/a es testigo y parte del trabajo. Llegamos a una versión final consensuada.
¿Cuán integrado queda el autor/a en el proceso de trabajo?
Totalmente integrado. Aunque debo aclarar (y esto se lo aclaro también a los autores, es más, figura en el contrato) que hay aspectos, procesos y decisiones que son únicamente potestad del editor. Como dijo un teórico de la cultura escrita, “los autores no escriben libros, escriben manuscritos que los editores transforman en libros”. Esto quiere decir, entre otras cosas, que el libro es el resultado del trabajo tanto del autor como del editor; simplificando, podría decir que el autor del libro como tal (no del manuscrito, está claro) es el editor.
¿Cómo deciden el diseño de tapa?
El sistema de cubierta de cada libro (cubierta o tapa, contracubierta, lomo, solapas) se diseña respetando los elementos visuales que hacen a la estética de la editorial. En ese marco se eligen los colores, la tipografía y la imagen central. El diseño de cubierta es uno de los aspectos sobre los que decide la editorial.
¿Cómo ves a la editorial dentro de un año?
Quisiera poder decirte que la veo en pleno crecimiento, afianzada dentro del campo de las editoriales independientes, con mayor reconocimiento y prestigio. Pero para serte sincera, no lo sé. El contexto económico, social, político y cultural que atravesamos como país es un combo fatal para los emprendimientos micro, más para aquellos insertos en el área de la producción de bienes culturales.
¿Qué te parece que hace la editorial para mejorar la industria?
Creo que la calidad de nuestros libros —tanto en su valor simbólico como en su valor mercantil— así como nuestra forma de trabajar —esmerada, paciente, detallista— son un manifiesto contra el aluvión de publicaciones no siempre lo suficientemente cuidadas que día a día inundan un mercado que, por cuestiones de época, de poder adquisitivo o de lo que fuere, se muestra en retroceso. Hacer buenas publicaciones (y por buenas quiero decir lo mejor que se pueda) es una forma de volver a las bases y hacer que el pasaje al papel no sea una mera medalla que un autor/a se cuelgue al cuello. Hacer que el papel se merezca y valga la pena.