Maldita realidad

Bora Chung cuenta en una entrevista que cuando su tía era joven, un hombre la llamaba por teléfono cada noche y le leía fragmentos de Shakespeare en un inglés roto, dislocado. “La realidad es más rara que la ficción”, remata. Lo que sucede es que la noción de realidad está modificada: lo insólito es parte de ella, aunque ésta sea una categoría frágil. Es como cuando ajustás el foco de un proyector y de un segundo a otro lo nítido se distorsiona. Lo mismo pasa con lo cotidiano. Asimilamos la alteración, la devolvemos multiplicada.


Bora Chung es una escritora surcoreana que vive en Wuhan. Trabaja como profesora de literatura eslava y ciencia ficción y es una excelente mentirosa (dixit). Inspirada por la libertad de entrecruzar géneros de Dostoyevski, y especialmente por el cuento La nariz de Nikolái Gógol, su primer libro traducido al español Conejo maldito –editado por Alpha Decay y actualmente en la lista corta del Booker Prize– reúne diez fábulas posmodernas weird y absurdas sobre la venganza.


Al igual que Parásitos, por un lado, o El juego del calamar y otras distopías pesimistas en clave neoliberal, por el otro, los cuentos problematizan el horror cotidiano de Corea, que no es muy distinto al nuestro: pobreza, desigualdad, empleos precarizados, inmovilidad social y un sistema educativo quebrado. Sin embargo, Chung propone una ficción especulativa en la que logra imaginar un futuro mejor para las minorías, y lo hace a través de lo insólito, de personajes que aceptan lo extraño de manera natural.


Un zorro sangra oro y cuando su dueño lo descubre, es explotado con crueldad. Una cabeza le habla a una mujer desde un inodoro, está hecha de heces, le dice “mamá”. Otra no para de menstruar. Un conejo en vez de representar prosperidad y crecimiento, está maldito. A raíz de una serie de políticas de estado perjudiciales combinadas con una campaña de difamación por parte de una corporación que quiere comérselo, un empresario de bebidas pierde su negocio y termina suicidándose. El resentimiento y la injusticia se alojan en una lámpara que tiene forma de conejo y maldición. Más tarde, el objeto termina en el living de la familia dueña de la corporación, que finalmente recibe su merecido, aunque tarde, muy tarde. Por eso Chung dice que sus cuentos no son puramente de venganza sino más bien de aceptación: esto no puede cambiarse porque ya pasó, pensemos por fuera de esto, ¿podemos? ¿podemos pensar por fuera de los límites del capitalismo? ¿podemos recrear la historia para imaginar una idea de futuro en una época que nos propone el apocalipsis? ¿podemos concebir lo inconcebible? ¿qué tan malditos estamos?


Los pueblos hermanos pasan del poder colonial al poder de los terratenientes locales junto a la instalación de una excusa para exterminar a un sector y la consagración de una figura lumpen: un aspiracional que sea funcional. Pasan también de las guerras de independencia a las guerras civiles, las dictaduras, los terrorismos de estado y financiero. Dictaduras y terrorismos simultáneos en pueblos hermanos, dictaduras y terrorismos manejados por el poder colonial, ahora maquillado, más sofisticado. Después del proceso de descolonización de Japón, las guerras y las dictaduras, el realismo se instaló en Corea del Sur en el siglo XX como expresión de resistencia. El XXI, luego de la guerra Norte-Sur, agregó lo especulativo, el weird, al canon. La realidad crea las condiciones para que lo insólito ocurra con naturalidad. Se debilita el realismo a la par de lo real, el foco pierde nitidez, lo inconcebible quizá se vuelva posible.




Conejo maldito


Mi abuelo solía decir: “Los objetos que van a contener una maldición deben ser hermosos.” Y la lámpara, que tenía la forma de un conejo sentado bajo un árbol, era muy bonita. La parte del árbol se veía algo falsa, pero se notaba que habían puesto verdadero empeño en hacer el conejo. La punta de sus orejas, la de la cola y los ojos eran negros y el resto de su cuerpo blanco como la nieve. Aunque estaba hecho de un material duro, los labios rosas y el pelaje esponjoso parecían suaves al tacto. Cuando se encendía la lámpara el conejito brillaba como si en cualquier momento fuese a mover las orejas o arrugar la nariz.

“Todo objeto tiene una historia y esta lámpara maldita con forma de conejo también la tiene.” Sentado en el sillón junto a la lámpara, mi abuelo me contaba la historia que yo ya había oído un montón de veces.

La lámpara había sido fabricada para un amigo suyo.

No está permitido crear objetos malditos para uso personal.

Tampoco se puede utilizar objetos destinados a la venta para maldiciones personales. Estas reglas no escritas se han transmitido de generación en generación en nuestra familia, que se dedica a la fabricación de fetiches malditos. Este conejo, sin embargo, era la única excepción.


Datos del libro

género: narrativa

cantidad de páginas: 220

isbn: 9788412478785

Contacto con la editorial: @alphadecay_editorial

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